Y parirás con dolor... "A la mujer dijo: multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces; con dolor parirás los hijos;"... Génesis Cap.3 Vers.16
Con esta frase, enuncia el primer libro bíblico, el castigo proferido por Dios a toda mujer, como consecuencia del conocimiento de su desnudez y su sexualidad. El mandato divino condena así a la mujer occidental, a parir con dolor y temor. La sentencia profética ha impactado en nuestra cultura y se ha popularizado, cuántas veces, cuando queremos referirnos a alguna situación difícil y dolorosa de atravesar decimos …¡esto es un parto!! Miles de años pasaron de la reprimenda de Dios a Eva y muchos esfuerzos se han realizado por conjurar los fantasmas del sufrimiento femenino. "Parto sin temor y sin dolor" ha sido el motivo que iniciara los primeros movimientos de la llamada psicoprofilaxis obstétrica. Los recursos se multiplicaron de la mano de los avances tecnológicos, alejándonos, de la posibilidad de observar y reflexionar sobre los significados que para cada mujer tienen sus dolores y sus temores que sí existen en su realidad. La ciencia y la tecnología funcionan en este caso haciéndose cargo, responsabilizándose, por aquello que le acontece a cada mujer en su parto: "no tengas miedo, no vas a sentir nada " Los invito por un momento a pensar en esta posibilidad: ¿si cambiamos el modo de parir y nacer, cambiaríamos el modo de sentir la vida? El miedo y la ansiedad alrededor del dolor del parto se transmite de generación en generación, fundado en sistemas de creencias, mandatos familiares, hábitos culturales y disposiciones personales. Los dichos y consejos se escuchan por bocas de madres, abuelas y tías bien intencionadas: "las primerizas sufren más", "el embarazo a veces se pasa tranquilo pero te queda lo peor, el parto", "si te quejas ahora, vas a ver cuando llegue el momento del parto". Se habla de "los dolores del parto" no de las contracciones, entonces surge la recomendación: "el dolor es insoportable, dile al médico que te coloque anestesia". "No tengas miedo, no vas a sentir nada " . La anestesia peridural, constituye el recurso actual por excelencia contra el dolor, a pedido de las parturientas y muchas veces impuesto por los actores médicos. Recurso utilizado indiscriminadamente, por rutina, que provoca una disminución en la capacidad de las mujeres de recrear sus estrategias personales para transitar los momentos de ansiedad, temor, sorpresa y también de dolor en los que el parto las coloca. Un profesional médico se preguntaba hace poco tiempo en una entrevista: ¿si colocamos anestesia por un dolor de muelas por qué no colocarla para el parto? ¿Que significa esta comparación? ¿Es lo mismo sacarse una muela que parir un hijo? ¿Estamos hablando del mismo dolor?. No, absolutamente no, el parto no es enfermedad, ni infección, ni supone extracción. Cada mujer tendrá su respuesta ante el dolor. Porque cada una habrá dotado de un significado distinto al dolor de su parto: por su historia personal y por la construcción de tolerancia al mismo. Es claro que los fenómenos biológicos desencadenados en el parto, vinculados a la dilatación en el período expulsivo y al recorrido del niño por la vagina y el interior de la pelvis hasta su salida por la vulva, provocan estímulos y reflejos que son percibidos por la conciencia con la sensación descrita como "dolor". El malestar generado y el alerta frente al desagrado, mueven a la imaginación por caminos, que sólo en la intimidad de cada mujer se pueden explicar. Tal vez el sentimiento de desgarro físico y más profundamente el temor a la pérdida y a la muerte sean los pilares del desaliento frente al dolor. Es válido frente a tales angustias el requerimiento al quehacer médico de la anestesia peridural, y es bueno que así sea, sólo y exclusivamente para quienes sienten el pánico frente al desborde producido por el dolor. Pero qué cuentan las madres después de atravesar una experiencia en que la anestesia fue una imposición médica: cuentan que alguien se apropió de su deseo y que les han robado la posibilidad de sentir. No sólo de enterarse de qué se trataba ese dolor, sino de la oportunidad intuída, de experimentar en el parto sensaciones placenteras. "No tengas miedo, no vas a sentir nada ", si anestesiamos el dolor otras sensaciones también se anestesian. Existe un grupo de mujeres que piden explorar sus posibilidades, su tolerancia, que no necesitan se les imponga la rutina de la anestesia. Son esas mamás que quieren descubrir su postura más cómoda para parir y no verse condenadas a estar acostadas con las piernas colgadas. Mujeres que quieren conectarse con esas sensaciones íntimas y a partir de esa comunicación consigo misma, idear y recrear estrategias para tolerar el dolor y dotarlo de nuevos significados. La posibilidad de una preparación alternativa a la que se ofrece tradicionalmente, es el camino de un reencuentro con esos nuevos significados, en los que el dolor es desplazado de la conciencia hacia un lugar de menor angustia. La opción de deambular durante el parto en un ámbito que no recluya a la mujer a la posición acostada y que favorezca la adopción de posiciones más apropiadas. La inmersión en agua cálida en el propio hogar, agregará en el período dilatante una sensación de alivio importante. El acompañamiento de un equipo profesional cuidadoso, respetuoso y afectivo, le permitirá a la pareja de padres encontrar juntos maneras de estar, que harán del dolor del parto, una sensación tolerable. Es necesario, llegado este punto, establecer una distinción muy clara entre el significado de sufrimiento y de dolor. Surge esta cuestión, por el frecuente decir de espectadores de una parturienta: "cuánto está sufriendo", "no la hagan sufrir", o los varones que dicen "no la puedo ver sufrir a mi mujer". Y también, considerando los temores femeninos, que como hemos mencionado, vienen de tiempos lejanos: "yo no quiero sufrir en el parto". El sufrimiento es un sentimiento vinculado, la mayoría de las veces, a la íntima sensación de soledad, de ausencia de acompañamiento, de la falta de calidez de un cuerpo a cuerpo afectuoso y solidario, que impulse a ensayar caminos para tolerar el dolor. Durante el parto muchas veces, son los propios dispositivos médicos los que aíslan a una mujer de ese contexto tan necesario, y provocan que el dolor se transforme en sufrimiento. El dolor es solamente una percepción que acompaña a una sensación física. El parto es una experiencia de crecimiento personal para la madre, para su hijo, para el padre, para todos. La posibilidad del dolor, exacerba nuestros temores y limitaciones y nos enfrenta con ellos. Esto, hace al carácter crítico de ésta experiencia, que se constituye en una oportunidad para ser aprovechada. Frente a esos sentimientos, se requiere la búsqueda de solidaridad, de afecto y de confiar en las propias posibilidades, las del propio cuerpo, las de las emociones y las de los instintos. Quienes acompañamos este proceso, debemos inhibirnos de decidir qué es lo que le conviene a cada mujer, y no confundirnos con nuestra propia ansiedad de controlarlo todo: a los demás, a la propia naturaleza, a nuestros propios fantasmas. En base a sus expectativas frente al dolor, cada mujer hará una elección personal e intransferible del tipo de parto que desee. La experiencia del dolor en el parto puede ser un punto de partida para un aprendizaje, para aquellos que estén dispuestos a desafiarlo y un punto de llegada hacia un mundo de nuevas sensaciones por explorar.
martes, 18 de noviembre de 2008
sábado, 27 de septiembre de 2008
¿Qué es el Parto Natural?
La expresión "parto natural" en muchos ámbitos se interpreta como una nostálgica vuelta al pasado: parir sin epidural, sin oxitocina, parir sin esto y sin lo otro. Allí donde la tasa de cesáreas es alta (España y Sudamérica, por ejemplo), hay quien utiliza ese término para referirse a un parto vaginal. Pero parto natural no es simplemento un parto “sin”, sino aquel que se produce gracias a la maravilla de la fisiología, y en el que los procedimientos obstétricos se aplican únicamente en caso de necesidad. Es lo opuesto al parto medicalizado, atendido por la obstetricia convencional, en el cual la tecnología sustituye la fisiología de la mujer, desvirtuando la experiencia del nacimiento, y generando riesgos innecesarios para la madre y el bebé. En el primer caso la técnica está al servicio de la naturaleza, en el segundo, la naturaleza es doblegada por la técnica. Las tasas de cesáreas en los países y hospitales que respetan los procesos naturales no suelen superar el 10%. Cuando la asistencia es de corte intervencionista, la tasa de cesáreas siempre es superior. No es posible asistir dignamente a una mujer parturienta sin comprender la verdadera naturaleza del parto: es un acontecimiento involuntario, tanto como el sueño o el orgasmo, aunque mucho más complejo. Todos sabemos lo que ocurre cuando uno trata de controlar o dirigir mentalmente estos procesos: simplemente no ocurren. La sola pretensión de controlar un proceso involuntario lo inhibe, y eso es lo que sucede con el parto hospitalario. Ese es el motivo por el cual cuando la mujer llegar al hospital, la dilatación a menudo se estanca. Cuando el parto se inhibe, se prepara el terreno para todo tipo de procedimientos que sustituyen la función de una naturaleza que en estas condiciones, obviamente, no puede funcionar: estimulación con oxitocina, episiotomía, anestesia, fórceps, cesáreas innecesarias … se sustituye un proceso natural sofisticado y sabio por un conjunto de técnicas encaminadas a resolver los problemas a menudo creados por ella misma. Y también para someter un proceso con un ritmo propio al ritmo acelerado que establece el hospital. Dice Michel Odent que de las muchas preguntas que se hacen los estudiantes de obstetricia hay una que continúa ausente de los planes de estudios. Esa pregunta es ¿Cuáles son las condiciones idóneas para un parto fluido?
Intimidad, seguridad y apoyo emocional. Lo mejor que podemos hacer para favorecer un proceso involuntario es conocer y crear las condiciones idóneas para que se produzca solo. Puede resultar paradójico que la única forma de “humanizar” el parto sea recapitulando el hecho de que somos una especie “mamífera”. El parto es un acontecimiento instintivo, llevado a cabo por nuestro cerebro mamífero, y en el que la participación de nuestra mente racional tiene un efecto contraproducente. Lo más que se puede hacer es rendirse a la experiencia y permitir que ocurra, para lo cual el ambiente en que transcurre y la calidad humana y actitudes de los asistentes es esencial. Ese cerebro mamífero primitivo es también nuestro cerebro emocional (sistema límbico). Es una constante en todas las especies mamíferas que la parturienta necesita una atmósfera de intimidad y recogimiento, de seguridad física y emocional, que le permita entrar en el estado de consciencia especial propio del parto. Cuando este estado de intimidad se impide, cuando una hembra mamífera se siente amenazada, o incluso indiscretamente observada, el parto se interrumpe: las hormonas del estrés inhiben las hormonas del parto. Esto pone de relevancia la enorme importancia del estado emocional de la madre y cómo influye en él el soporte emocional y el trato que recibe, así como las condiciones y el ambiente en que transcurre el parto. La forma en que se trata a la mujer de parto puede condicionar totalmente su progreso. Por ello, las primeras recomendaciones de la OMS no se refieren a los aspectos técnicos, sino emocionales y psicológicos: Debe fomentarse una atención obstétrica crítica con la atención tecnológica al parto y respetuosa con los aspectos emocionales, psicológicos y sociales del parto.
Ambiente y entorno apropiado. El parto es dirigido por el cerebro mamífero (emocional), pero inhibido por el neocórtex (racional). Decía Michel Odent que es suficiente preguntar a una mujer su número de la seguridad social para que el parto se interrumpa. Debe pues evitarse todo lo que active el pensamiento racional en la mujer de parto: hablarle sin necesidad, darle órdenes o interrumpirle en su “viaje interior”. También interfieren las luces, los ruidos, el frío, la prohibición de comer, la incomodidad de tener que mantener una postura determinada o estar en un lugar poco apropiado, como es el paritorio. Las condiciones necesarias para un parto fluido no difieren mucho de las condiciones idóneas para dormirse: intimidad, penumbra, silencio… todo lo que permita a la mujer ensimismarse. Dice Sheila Kitzinger que “el lugar ideal para dar a luz es el mismo que para hacer el amor”.
Libertad de expresión. La represión de la expresión de dolor durante el parto tiene la consecuencia de reprimir la evolución del parto mismo. Beatrijs Smoulders, comadrona holandesa, afirma en su libro “Parto Seguro”: “Hace años, de una parturienta se esperaba que fuera fuerte y no dijera ni pío al dar a luz. En estos casos, el personal sanitario del hospital podía afirmar: “¡Qué bien lo hace la señora!”. Mientras que la comadrona de hoy en día más bien pensaría: “¡Suelte un berrido de una vez, señora, y así como mínimo pasará algo”. Sumergirse y aceptar el dolor es condición necesaria para la producción de endorfinas, “opiáceos” internos que amortiguan y modifican la percepción del dolor.
Libertad de movimientos y postura para el expulsivo. La posición tumbada para dilatar (enganchada al gotero y al monitor) y la camilla obstétrica para el expulsivo pasarán a la historia como uno de los mayores y persistentes errores de la obstetricia. Numerosos estudios demuestran que la posición vertical favorece el parto y la horizontal lo entorpece. En horizontal, el canal del parto se alarga y estrecha y el coxis se dirige hacia lo alto, convirtiéndose en una vía de paso más angosta para el bebé, y además cuesta arriba. En posición vertical la vagina se amplía y acorta, pero además la presión de la cabeza del bebé sobre el cuello del útero ejerce un efecto hormonal que estimula la producción interna de oxitocina, y por tanto la dilatación. La posición vertical acorta y amplía el canal del parto, permite que las articulaciones de la cadera se abran más para dar paso al bebé, facilita sus movimientos de rotación y permite que la fuerza de la gravedad le ayude en su descenso. Episiotomía y fórceps son procedimientos técnicos que sustituyen la fisiología de la mujer y la gravedad con evidentes y penosos efectos secundarios para la madre y el bebé La mujer debe tener la libertad de dilatar y parir en la postura que más le convenga: en cuclillas, sentada en el taburete obstétrico, a cuatro patas, de lado, colgada de alguien, de pié… El instinto indica en todo momento cual es la postura idónea mediante un lenguaje infalible: la más cómoda es también la más fisiológica.
Asistencia profesional respetuosa. Siendo la fisiología del parto tan sensible al entorno, el papel del profesional asistente es estar disponible en un discreto segundo plano, sin interferir, confiando en los recursos de la mujer para dar a luz, y aplicar los procedimientos obstétricos únicamente si hacen falta. El protagonismo del parto corresponde a la mujer.
Procedimientos naturales de abordar el dolor. La producción de endorfinas se favorece cuidando al máximo las condiciones en que transcurre el parto y evitando todo lo que pueda producir estrés. Actualmente la tendencia es a recurrir a formas inocuas y agradables de amortiguar el dolor: cambiar de postura, baño de agua caliente, masaje en la zona lumbar, masaje de pies, sentarse en pelota de goma.
Intimidad y tiempo para recibir y acoger al bebé. El momento del nacimiento es un momento especial, mágico, en el que el estado hormonal propio del parto natural crea las condiciones para que produzca el vínculo madre-hijo, un vínculo que tiene consecuencias duraderas sobre esa relación, sobre la confianza de la mujer en su capacidad para amar y criar a su hijo, sobre el desarrollo emocional del bebé. El vínculo que el bebé crea con su madre es el troquel, la base de su capacidad para crear vínculos posteriores. Por ello el nacimiento medicalizado tiene consecuencias no sólo físicas, sino psicológicas y sociales. Madres y bebés deben estar juntos tras el nacimiento, y en todo momento, y no se justifica que un recién nacido sano sea apartado de su madre. Incluso los prematuros progresan mejor con el “método canguro” que con la incubadora, o al menos con un sistema mixto. La OMS recomienda iniciar la lactancia antes de abandonar la sala de partos.
Cordón umbilical: El respeto por la fisiología del parto implica reconocer la función del cordón umbilical, que continúa latiendo y suministrando sangre oxigenada al bebé durante varios minutos tras el nacimiento. La naturaleza no hace nada que no sea necesario, y esos minutos son el tiempo que el recién nacido necesita para comenzar a utilizar sus pulmones sin angustia ni riesgo de privación de oxígeno. El recién nacido tiene el derecho de disponer de esos minutos y de esa sangre, y con mayor motivo si ha tenido sufrimiento fetal, ya que al iniciar la respiración la sangre acude a los pulmones en detrimento del cerebro. Pinzar el cordón inmediatamente tras el nacimiento es una práctica que, a la luz de la evidencia científica, debería haber sido abandonada.
Contrariamente a lo que se piensa, parto natural no es volver al pasado, sino recuperar la capacidad y la confianza en la propia naturaleza y rendirse ante ella. Tampoco es renunciar a la tecnología, sino adjudicarle el lugar que le corresponde: las complicaciones, los casos de riesgo. Y es que las prácticas de rutina en el paritorio no son buenas ni malas, son oportunas o inoportunas. Y cuando se imponen de forma sistemática e indiscriminada a mujeres que no las necesitan son inoportunas. La evidencia científica demuestra que el parto natural no sólo es más digno para la mujer, es también el más seguro. Por ese motivo, la Organización Mundial de la Salud recomienda una calidad de atención basada en el protagonismo de la mujer y en su fisiología, y el mínimo grado de medicalización posible.
http://www.elfica.cl/ - Isabel F. del Castillo Autora de " La Revolución del Nacimiento ". Ed. Granica 2006
Intimidad, seguridad y apoyo emocional. Lo mejor que podemos hacer para favorecer un proceso involuntario es conocer y crear las condiciones idóneas para que se produzca solo. Puede resultar paradójico que la única forma de “humanizar” el parto sea recapitulando el hecho de que somos una especie “mamífera”. El parto es un acontecimiento instintivo, llevado a cabo por nuestro cerebro mamífero, y en el que la participación de nuestra mente racional tiene un efecto contraproducente. Lo más que se puede hacer es rendirse a la experiencia y permitir que ocurra, para lo cual el ambiente en que transcurre y la calidad humana y actitudes de los asistentes es esencial. Ese cerebro mamífero primitivo es también nuestro cerebro emocional (sistema límbico). Es una constante en todas las especies mamíferas que la parturienta necesita una atmósfera de intimidad y recogimiento, de seguridad física y emocional, que le permita entrar en el estado de consciencia especial propio del parto. Cuando este estado de intimidad se impide, cuando una hembra mamífera se siente amenazada, o incluso indiscretamente observada, el parto se interrumpe: las hormonas del estrés inhiben las hormonas del parto. Esto pone de relevancia la enorme importancia del estado emocional de la madre y cómo influye en él el soporte emocional y el trato que recibe, así como las condiciones y el ambiente en que transcurre el parto. La forma en que se trata a la mujer de parto puede condicionar totalmente su progreso. Por ello, las primeras recomendaciones de la OMS no se refieren a los aspectos técnicos, sino emocionales y psicológicos: Debe fomentarse una atención obstétrica crítica con la atención tecnológica al parto y respetuosa con los aspectos emocionales, psicológicos y sociales del parto.
Ambiente y entorno apropiado. El parto es dirigido por el cerebro mamífero (emocional), pero inhibido por el neocórtex (racional). Decía Michel Odent que es suficiente preguntar a una mujer su número de la seguridad social para que el parto se interrumpa. Debe pues evitarse todo lo que active el pensamiento racional en la mujer de parto: hablarle sin necesidad, darle órdenes o interrumpirle en su “viaje interior”. También interfieren las luces, los ruidos, el frío, la prohibición de comer, la incomodidad de tener que mantener una postura determinada o estar en un lugar poco apropiado, como es el paritorio. Las condiciones necesarias para un parto fluido no difieren mucho de las condiciones idóneas para dormirse: intimidad, penumbra, silencio… todo lo que permita a la mujer ensimismarse. Dice Sheila Kitzinger que “el lugar ideal para dar a luz es el mismo que para hacer el amor”.
Libertad de expresión. La represión de la expresión de dolor durante el parto tiene la consecuencia de reprimir la evolución del parto mismo. Beatrijs Smoulders, comadrona holandesa, afirma en su libro “Parto Seguro”: “Hace años, de una parturienta se esperaba que fuera fuerte y no dijera ni pío al dar a luz. En estos casos, el personal sanitario del hospital podía afirmar: “¡Qué bien lo hace la señora!”. Mientras que la comadrona de hoy en día más bien pensaría: “¡Suelte un berrido de una vez, señora, y así como mínimo pasará algo”. Sumergirse y aceptar el dolor es condición necesaria para la producción de endorfinas, “opiáceos” internos que amortiguan y modifican la percepción del dolor.
Libertad de movimientos y postura para el expulsivo. La posición tumbada para dilatar (enganchada al gotero y al monitor) y la camilla obstétrica para el expulsivo pasarán a la historia como uno de los mayores y persistentes errores de la obstetricia. Numerosos estudios demuestran que la posición vertical favorece el parto y la horizontal lo entorpece. En horizontal, el canal del parto se alarga y estrecha y el coxis se dirige hacia lo alto, convirtiéndose en una vía de paso más angosta para el bebé, y además cuesta arriba. En posición vertical la vagina se amplía y acorta, pero además la presión de la cabeza del bebé sobre el cuello del útero ejerce un efecto hormonal que estimula la producción interna de oxitocina, y por tanto la dilatación. La posición vertical acorta y amplía el canal del parto, permite que las articulaciones de la cadera se abran más para dar paso al bebé, facilita sus movimientos de rotación y permite que la fuerza de la gravedad le ayude en su descenso. Episiotomía y fórceps son procedimientos técnicos que sustituyen la fisiología de la mujer y la gravedad con evidentes y penosos efectos secundarios para la madre y el bebé La mujer debe tener la libertad de dilatar y parir en la postura que más le convenga: en cuclillas, sentada en el taburete obstétrico, a cuatro patas, de lado, colgada de alguien, de pié… El instinto indica en todo momento cual es la postura idónea mediante un lenguaje infalible: la más cómoda es también la más fisiológica.
Asistencia profesional respetuosa. Siendo la fisiología del parto tan sensible al entorno, el papel del profesional asistente es estar disponible en un discreto segundo plano, sin interferir, confiando en los recursos de la mujer para dar a luz, y aplicar los procedimientos obstétricos únicamente si hacen falta. El protagonismo del parto corresponde a la mujer.
Procedimientos naturales de abordar el dolor. La producción de endorfinas se favorece cuidando al máximo las condiciones en que transcurre el parto y evitando todo lo que pueda producir estrés. Actualmente la tendencia es a recurrir a formas inocuas y agradables de amortiguar el dolor: cambiar de postura, baño de agua caliente, masaje en la zona lumbar, masaje de pies, sentarse en pelota de goma.
Intimidad y tiempo para recibir y acoger al bebé. El momento del nacimiento es un momento especial, mágico, en el que el estado hormonal propio del parto natural crea las condiciones para que produzca el vínculo madre-hijo, un vínculo que tiene consecuencias duraderas sobre esa relación, sobre la confianza de la mujer en su capacidad para amar y criar a su hijo, sobre el desarrollo emocional del bebé. El vínculo que el bebé crea con su madre es el troquel, la base de su capacidad para crear vínculos posteriores. Por ello el nacimiento medicalizado tiene consecuencias no sólo físicas, sino psicológicas y sociales. Madres y bebés deben estar juntos tras el nacimiento, y en todo momento, y no se justifica que un recién nacido sano sea apartado de su madre. Incluso los prematuros progresan mejor con el “método canguro” que con la incubadora, o al menos con un sistema mixto. La OMS recomienda iniciar la lactancia antes de abandonar la sala de partos.
Cordón umbilical: El respeto por la fisiología del parto implica reconocer la función del cordón umbilical, que continúa latiendo y suministrando sangre oxigenada al bebé durante varios minutos tras el nacimiento. La naturaleza no hace nada que no sea necesario, y esos minutos son el tiempo que el recién nacido necesita para comenzar a utilizar sus pulmones sin angustia ni riesgo de privación de oxígeno. El recién nacido tiene el derecho de disponer de esos minutos y de esa sangre, y con mayor motivo si ha tenido sufrimiento fetal, ya que al iniciar la respiración la sangre acude a los pulmones en detrimento del cerebro. Pinzar el cordón inmediatamente tras el nacimiento es una práctica que, a la luz de la evidencia científica, debería haber sido abandonada.
Contrariamente a lo que se piensa, parto natural no es volver al pasado, sino recuperar la capacidad y la confianza en la propia naturaleza y rendirse ante ella. Tampoco es renunciar a la tecnología, sino adjudicarle el lugar que le corresponde: las complicaciones, los casos de riesgo. Y es que las prácticas de rutina en el paritorio no son buenas ni malas, son oportunas o inoportunas. Y cuando se imponen de forma sistemática e indiscriminada a mujeres que no las necesitan son inoportunas. La evidencia científica demuestra que el parto natural no sólo es más digno para la mujer, es también el más seguro. Por ese motivo, la Organización Mundial de la Salud recomienda una calidad de atención basada en el protagonismo de la mujer y en su fisiología, y el mínimo grado de medicalización posible.
http://www.elfica.cl/ - Isabel F. del Castillo Autora de " La Revolución del Nacimiento ". Ed. Granica 2006
miércoles, 24 de septiembre de 2008
¿Qué es el Parto Humanizado?
El parto y el nacimiento humanizado se fundamenta en la valoración del mundo afectivo-emocional de las personas, la consideración de los deseos y necesidades de sus protagonistas: madre, padre, hija o hijo y la libertad de las mujeres o las parejas para tomar decisiones sobre dónde, cómo y con quién parir, en uno de los momentos más conmovedores de su historia.
Lo opuesto es el proceso de medicalización habitual en el que el destino de la mujer y su hijo está sujeto a procedimientos de intervención rutinarios que no consideran las diferencias y especificidades individuales, transformando en violentas las actitudes asistenciales.
Lo opuesto es el proceso de medicalización habitual en el que el destino de la mujer y su hijo está sujeto a procedimientos de intervención rutinarios que no consideran las diferencias y especificidades individuales, transformando en violentas las actitudes asistenciales.
Características de un Parto Humanizado:
- Reconocer en padres e hijos a los verdaderos protagonistas.
- No intervenir rutinariamente en este proceso natural, no habiendo una situación de riesgo evidente.
- Reconocer y respetar las necesidades individuales de cada mujer/pareja y el modo en que desean transcurrir esta experiencia (posición para parir, lugar del nacimiento, etc).
- Respetar la intimidad.
- Favorecer la libertad de posición y movimiento de la mujer durante todo el trabajo de parto.
- Promover el vínculo personalizado entre la pareja y el equipo de salud.
- Respetar la necesidad de elección de la mujer de la persona quien la acompañará en el parto.
- Cuidar el vínculo inmediato de la madre con el recién nacido, evitando someter al niño a cualquier maniobra de resucitación o exámenes innecesarios.
- No intervenir rutinariamente en este proceso natural, no habiendo una situación de riesgo evidente.
- Reconocer y respetar las necesidades individuales de cada mujer/pareja y el modo en que desean transcurrir esta experiencia (posición para parir, lugar del nacimiento, etc).
- Respetar la intimidad.
- Favorecer la libertad de posición y movimiento de la mujer durante todo el trabajo de parto.
- Promover el vínculo personalizado entre la pareja y el equipo de salud.
- Respetar la necesidad de elección de la mujer de la persona quien la acompañará en el parto.
- Cuidar el vínculo inmediato de la madre con el recién nacido, evitando someter al niño a cualquier maniobra de resucitación o exámenes innecesarios.
Un saludo a todas las mamás que han ingresado a este blog. Mi nombre es Paula Díaz, soy matrona y espero poder orientarlas en el proceso de gestación y nacimiento de su futuro hijo, orientándolas en el mundo de lo natural y humanizado.
Atención Integral en el Proceso Reproductivo:
- Control Pre-concepcional
- Control Pre-natal
- Atención del Parto
- Control Post-parto
- Consulta de Lactancia Materna
- Control Ginecológico Preventivo (Papanicolau)
- Control de Planificación Familiar (Métodos Anticonceptivos)
- Preparación para el parto (Terapia Corporal)
- Visita Domiciliaria
Consulta: Libertad 1405, of. 302. Torre Coraceros.
Fonos: 2692396 - (08) 9042186
Atención Integral en el Proceso Reproductivo:
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- Control Pre-natal
- Atención del Parto
- Control Post-parto
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- Control Ginecológico Preventivo (Papanicolau)
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- Preparación para el parto (Terapia Corporal)
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